martes, 26 de diciembre de 2006

Si no he cumplido con lo pedido, ruego me disculpen... y sepan por qué... ¡¡¡MUCHAS GRACIAS!!! y hasta el año próximo...

Como creo que aún hoy hay gente que me reclama que no le haya traído lo que me pidió, les pido encarecidamente que tengan en cuenta las cosas por las que tengo que pasar año tras año. Existen aproximadamente dos mil millones de niños en el mundo. Sin embargo, como no visito niños musulmanes, judíos, ni budistas (no por que yo los discriminen sino simplemente porque no creen en mí), esto reduce mi trabajo en la noche de Navidad y “sólo” tengo que visitar a unos 378 millones de chicos. Con una tasa promedio de 3,5 niños por casa, esto se convierte en 108 millones de hogares (suponiendo que, por cada casa, hay al menos un chico que se portó bien durante el año). Gracias a la rotación de la Tierra y a las diferentes zonas horarias, tengo alrededor de 31 horas de Navidad para hacer mi trabajo. Esto contabiliza 968 visitas por segundo. O, como quien diría, para cada casa cristiana con un niño bueno, tengo alrededor de una milésima de segundo para: estacionar el trineo, bajar, entrar por la chimenea, dejar los regalos abajo del arbolito, volver a trepar por la chimenea, subir al trineo otra vez… y llegar a la próxima casa. Suponiendo que cada una de esas 108 millones de paradas están a la misma distancia unas de otras, estamos hablando de alrededor de 1248 metros entre casa y casa. O sea, un viaje total de 121 millones de kilómetros… sin contar descansos ni paradas para ir al baño (!). Por lo tanto, mi trineo se mueve a una velocidad de 1040 kilómetros por segundo… lo que equivale a más de tres mil veces la velocidad del sonido. La carga del trineo agrega otro elemento interesante. Suponiendo que cada niño sólo pidió un juguete de tamaño mediano, el trineo carga más de 500.000 toneladas… sin contar mi propio peso ¡¡¡y juro que hago dieta todo el año!!!. Y aún suponiendo que un reno pudiese acarrear diez veces el peso que puede acarrear en la Tierra, necesitaría 360.000 de ellos, lo que incrementaría la carga otras 54.000 toneladas... Por otra parte, 600.000 toneladas viajando a 1040 km/seg sufren una resistencia al aire enorme, lo que calienta a los renos, de la misma forma que se calienta la cubierta de una nave espacial al ingresar a la atmósfera terrestre. Por ejemplo, los dos renos de adelante absorben 14,3 quintillones de joules por segundo, por lo que se calcinan casi instantáneamente, exponiendo a los renos siguientes y creando ensordecedores “booms” sónicos. Todos los renos se vaporizan en un poco más de cuatro milésimas de segundo… más o menos cuando estoy a punto de realizar mi quinta visita, por lo que tengo que estar creando renos nuevos cada cinco casas. Aun cuando “la magia de la Navidad” hace que no importa todo lo anterior, hay que considerar el resultado de la desaceleración de 1040 km/seg a cero. En 0,001 de segundo, teniendo en cuenta que ando pesando cerca de 150 kg (ya me han visto en las publicidades, no soy muy delgado que digamos), estoy sujeto a una inercia de fuerza de 2.315.000 kg, y se rompen al instante mis huesos y se me desprenden todos mis órganos, reduciéndome a una masa sin forma, aguada y temblorosa. Y debo estar reconstituyéndome a cada rato. Si aún con todos estos datos, los enoja que no les haya traído lo que me pidieron este año, es porque son tremendamente injustos y desconsiderados... snif... ¡¡¡estoy agotado!!!

No hay comentarios.: